lunes, 4 de noviembre de 2013

CHAPTER 4

Defino mi primer día en la ciudad como la experiencia más emocionante. Recién escapaba de una persecución. Estaba cansada, había caminado kilómetros. En el camino veía los edificios a lo lejos, tan delgados y altos como si estuvieran preparados para salir a modelar. El ruido de la ciudad rebotaba como un eco en la ruta. Mis pies hinchados y golpeados, debido a que estaba descalza, ya no aguantaban unos pasos más. Y fue el momento en que mis vista comenzó a nublarse, mis rodillas no paraban de temblar, sentía mis parpados tan pesados hasta que se cerraron dejándome recostada sobre el pavimento de la extensa ruta.

Desperté en los asientos traseros de una camioneta. No tenia noción del tiempo, hasta que me asome y vi por la ventana el atardecer. El sol sobre el horizonte y el cielo de un color rojo-violáceo. Supe que la noche se avecinaba y no tenía lugar donde parar. La camioneta en la que me encontraba era conducida por un joven, de no más de 20 años. Todavía se notaban los pocos años vividos en su rostro. No estaba asustada, así que con firmeza pero calmada le pregunte quien era y porque me encontraba en su camioneta. Me miró por el espejo retrovisor  y me explico que me había encontrado desmayada y por eso no recordaba haberme subido.

Hablando de esta inoportuna manera de conocernos, paso rapidísimo el viaje y al darme cuenta ya estábamos en plena ciudad. Era de noche y era un mundo vivo. Lleno de luces y shows en la calle. No estaba acostumbrada a tanto movimiento. Mis ojos se encontraban a centímetros del vidrio de la ventana ya que todo era tan nuevo para mí. No podía parar de preguntar  por cada novedad que se nos cruzaba. En un momento paramos, le pregunte porque y me contesto que ya habíamos llegado a su departamento. Este joven extraño me ofreció quedarme por esa noche, si es que no sabía hacia dónde ir, obviamente acepte. Toda la noche intente dormir pero mis nervios no me dejaron, nunca me había alejado de mi familia.

"¿Estarían preocupados?, ¿o seguirían con sus malditos ritos?"- pensaba.


Nunca lo podre saber. No había caso, no iba a dormir en toda la noche. Entonces desperté a mi compañero y muy amablemente le pedí que me llevara a conocer la ciudad. Esa noche conocí los lugares más transitados, y también más desolados. Tengo que admitir que me sentí más cómoda en los desolados, a pesar de que me quede fascinada con la gente nocturna. A veces no logro entenderme a mí y que quiero, solo quiero volver a vivir esa noche.


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