Siendo sincera nunca me entere exactamente el día de mi
nacimiento. Ya que mis padres no creían, ni festejaban esas tonterías de
cumpleaños y otras fechas festivas. Ellos solo creían en su “Amo”, que por lo
que entendí era el mismísimo Diablo. Si, ese al que llaman Satanas y muchos le
temen. En fin, mis queridos padres lo adoraban.
El día de mi nacimiento, según me describió mi madre fue el
día en que lograron el contacto absoluto con dicho “amo” y por esa razón me
perdonaron la vida. Nací por parto natural, como no respire los primeros 30
segundos de vida me diagnosticaron muerta. Pero mis ojos negros, se dieron
vuelta por completo al quedar blancos y comencé a llorar. Fue ese momento
cuando mi padre, asombrado, me tomó en sus flacos brazos y sintió una fuerza
oscura. Él supuso que Satán me había elegido. En el momento me bautizaron en
una bañera llena de sangre de los sacrificios que realizaban. Y me llamaron
Potum Diabolus, que en latín significa “La bebe del Diablo”.
Mi madre, que se había dormido por el cansancio, al
despertar y verme en la cuna supo que solo les traería desgracia; tuvo razón. Mis primeros años, los pase en mi habitación sin
conocer el aire fresco. Mi habitación quedaba en el ático porque las demás habitación
eran utilizadas para rituales y todas esas ceremonias que organizaban mis
padres con otros seguidores de Satanás. No
me permitían asistir a sus encuentros por miedo a que les arruine la
noche. No tenia juguetes, solo libros para auto-educarme. Creo que es lo único
que valoro de mis padres, ese poco tiempo que se tomaron para enseñarme a leer
a los tres años. Tenía todo tipos de libros, cuentos; de Historia, Biología, Psicología,
Religiosos (obviamente no podían faltar), y otros. Me sirvieron en el futuro
para saber defenderme, y por sobre todo escapar.